DÍA 5: KUNYA URGENCH, ADIÓS TURKMENISTÁN

Los primeros rayos de sol se cuelan en nuestra yurta. Son las 5 de la mañana y amanece en el desierto de Karakum. No lo hemos soñado, hemos dormido al lado de la “Puerta del Infierno” en Turkmenistán, en la casa de un pastor nómada. Y hemos dormido sorprendentemente bien.

A unos 50 metros de distancia, el cráter de Darvaza nos da los buenosdías. Sí, efectivamente sigue en llamas. Parece que alguien se hubiera encargado de prenderle fuego de nuevo, pero no es así. Lleva más de 50 años ardiendo, día tras día y sin descanso.

Nos acercamos a hacer unas últimas fotos con la bonita luz del amanecer. El calor que emana el cráter sigue siendo tan intenso como ayer. Es de verdad increíble.

Tras un breve desayuno preparado por nuestro guía, nos subimos de nuevo al todoterreno dispuestos a abandonar uno de los lugares más únicos del mundo. Desde la ventanilla del coche, echamos una última mirada a la “Puerta del Infierno”. Por delante, 4 horas de irregulares carreteras en medio del sol abrasador del desierto, hasta la que será nuestra última parada en Turkmenistán, Kunya Urgench.

Kunya Urgench, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO

Los últimos 100 km son una auténtica tortura, baches infernales hacen que demos con la cabeza en el techo del todoterreno unas cuantas veces. Así que cuando llegamos a Kunya Urgench, lo hacemos con alivio.

Este importante sitio arqueológico y religioso es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (al igual que Merv y Nisa), entre otras cosas, porque es considerada capital del Imperio Corasmio. El Imperio Corasmio se sitúa entre los siglo XI y el siglo XIII, bajo el sah Allah al-Din Muhammad II y alcanzó su apogeo en el siglo XII controlando toda el área cultural persa.

A finales del siglo VII esta zona fue ocupada por los árabes omeyas y por tanto, la tradición del islam es muy fuerte. Pero fue durante el siglo X que una tribu árabe local de Kunya-Urgench fue incrementando su poder económico y político debido al comercio con las caravanas en la Ruta de la Seda. A partir de ese momento su esplendor fue tal que incluso desplazó a Bukhará en importancia.

Sus monumentos están diseminados en unos pocos kilómetros a la redonda pero son impresionantes. Además, su estado de conservación es más que aceptable. El lugar es un centro de peregrinaje local muy importante. Nos encontramos con muchos turkmenos realizando diferentes ritos islámicos tanto dentro como fuera de los monumentos. Todo muy auténtico.

En la parte norte del complejo nos encontramos con el mausoleo Turabek Khanum, muy similar en estilo a otros que nos hemos encontrado en Uzbekistán. El minarete de Kutlug Timur es uno de los minaretes más altos de toda Asia Central con 60 metros (solo superado por Jam en Afganistán) y se cree que es el más antiguo del mundo en pie de este tipo. 

Nuestro favorito es el mausoleo de Tekeseh (S.XII-XIII). Su cúpula de color turquesa se conserva sorprendentemente bien. Eso sí, el nivel de inclinación de esta construcción desafía sin duda la gravedad…

Seguimos el paseo hasta el centro de Kunya Urgench, donde encontramos los mausoleos del Sultan Ali y Vali Piryar. Este complejo es uno de los más modernos de Kunya Urgench, se cree que del S.XIV, una vez ya había pasado Genghis Khan y se comenzase una reconstrucción previa al paso de Tamerlán.

Es sin duda el sitio donde más gente hemos visto concentrada en estos días. Además, son más atrevidos que en el resto de Turkmenistán y nos piden varias fotos e incluso intentan practicar algo de inglés con nosotros 🙂

Es hora de tomar una rica y barata (3 USD por dos platos con bebida y pan) comida en un restaurante “oculto” de Kunya Urgench. Esto de los restaurantes “camuflados” es algo muy común fuera de Ashgabat y nuestro guía no nos sabe decir por qué.

Cruzando la frontera de Shivat

Tras una hora más de camino llegamos al punto fronterizo de Shivat que comunica Turkmenistán con Uzbekistán. Nuestro objetivo es llegar a Jiva antes del anochecer. Con todo el dolor de nuestro corazón nos despedimos de nuestro guía Serdar. Nos ha tratado fenomenal y nos ha enseñado muchísimas cosas. Su conocimiento de historia y arqueología nos ha dejado boquiabiertos en más de una ocasión. Le prometemos enviarle unos libros por correo una vez estemos de vuelta, así como todas las fotos que nos hemos hecho juntos.

Es hora de cruzar la frontera. Esta vez todo es mucho más sencillo que en Farap. Eso sí, por la tarde hay mucha más gente que por la mañana, así que hay que estar atentos para no tardar mucho ya que a las 6 de la tarde las oficinas cierran y corremos el riesgo de quedarnos una noche más en Turkmenistán. Un par de controles de pasaporte, una nueva mini-van rusa que cuesta 1 USD y que atraviesa la tierra de nadie nos deja a la entrada de Uzbekistán, un par de controles más ya en el lado uzbeko y listo… ¡estamos de vuelta en Uzbekistán!


Conclusiones

Aquí termina nuestra aventura en Turkmenistán. Nos ha encantado conocer la perla oculta de Asia Central. Ha sido una oportunidad única de visitar tantos y tantos lugares únicos y prácticamente solos. En la era de Instagram y las redes sociales, donde es difícil encontrar lugares recónditos, Turkmenistán sigue sorprendiendo por su poca infraestructura turística y por su poco interés en desarrollarla. Algo a lo que contradicen las absurdas construcciones de la capital, Ashgabat, que aún no sabemos a quién quieren impresionar. Mientras una pequeña élite del país vive en apartamentos de mármol blanco, la gran mayoría sigue ejerciendo el pastoreo nómada y se aloja en yurtas sin agua corriente en medio del desierto… Esto en el país más rico en recursos energéticos de toda Asia Central.

En definitiva, un viaje del que no cambiaríamos absolutamente nada. Visitar Turkmenistán con guía nos ha aportado conocimientos y experiencias que por nuestra cuenta jamás habríamos descubierto. El número de días, creemos que también ha sido el adecuado, si bien es cierto que el país aún tiene dos o tres puntos de interés más que ofrecer, nuestro recorrido nos ha encantado.

Esperamos que estos diarios de viaje os hayan gustado y os sirvan de inspiración por si algún día os animáis a descubrir Turkmenistán.

¡Görüşýänçäk, viajeros!

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