Samarcanda es una perla en el desierto. Una de las ciudades con más historia del mundo. El corazón de la Ruta de la Seda. Por esta ciudad han pasado personajes como Alejandro Magno y Gengis Khan. Ha sido conquistada por múltiples imperios, entre otros, el Persa, el Árabe, el Turco y el Ruso.
Vamos, que si sois apasionados de la historia (y si no, también), esta ciudad os va a enamorar y transportar a épocas pasadas a través de sus gloriosas edificaciones.
¿Cuántos días se necesitan para visitar Samarcanda?
Samarcanda es una de las ciudades más grandes de Uzbekistán, pero la mayoría de sus monumentos están concentrados en la zona centro y se pueden visitar a pie. Nuestra recomendación es que le dediquéis al menos dos días para visitar con calma, contratar algún tour guiado que os explique la historia de la ciudad y hacer mil fotos. Nosotros estuvimos un tercer día, que dedicamos a hacer una excursión a Shakhrisabz.
¿Cómo llegar a Samarcanda?
Samarcanda tiene aeropuerto internacional aunque, debido a su proximidad con otros puntos de interés en Uzbekistán (Tashkent y Bukhara), lo más normal será que lleguéis en tren. Para más información sobre el transporte en Uzbekistán, echadle un ojo a nuestra guía para viajar a Uzbekistán por libre.
Tanto para llegar desde la estación de tren como desde el aeropuerto hasta el centro de la ciudad lo ideal es reservar un taxi. Podéis (y debéis) regatear todo lo que os apetezca. Nosotros no somos muy duros, la verdad, y conseguimos un precio de unos 50K UZB por trayecto.
También podéis contratar el traslado con vuestro alojamiento. Casi todos los hoteles de Uzbekistán ofrecen este servicio, aunque no siempre es más económico que un taxi aleatorio.

7 cosas que ver y hacer en Samarcanda
1. Quedarse boquiabierto con la panorámica del Registán
El Registán, un conjunto de majestuosas madrazas llenas de azulejos y de mosaicos turquesas. Es la visita principal de la ciudad y probablemente la más increíble de Asia Central. El Registán, traducido como “Palacio de Arena” en Tajik, era el centro comercial de Samarcanda en el medievo, un bazar cubierto que ocupaba toda la plaza. Las tres madrazas que han sobrevivido a través de los siglos, se alzan imponentes en medio de un vasto espacio. La mejor perspectiva se alcanza desde la avenida del Registán, desde una plataforma elevada, tanto de día, como de noche, con todas las construcciones iluminadas. Si tenéis suerte, sabed que en ocasiones los grandes grupos pagan un espectáculo de luces y sonido que se proyecta en el complejo y que los demás turistas pueden disfrutar gratis.


Eso sí, merece la pena pagar los 35K UZB por persona para adentrarse en el complejo y disfrutar de cada madraza. Además, la entrada es válida para dos días (hay que decirle al guardia que no os la rompa). Os contamos un poco más de las tres impresionantes construcciones que conforman el Registán:
Madraza Ulugbek: en el lado oeste, fue acabada en 1420 bajo el periodo de Ulugbek, nieto del conquistador turco-mongol Amir Timur. Las estrellas del portal reflejan el amor de Ulugbek por la astronomía y las matemáticas. En la parte posterior hay una impresionante mezquita de interior azul. Podéis intentar acercaros a alguno de los comerciantes que se encuentran en el interior para que os dejen subir al segundo piso y al minarete. Os pedirán algo de dinero, pero es una experiencia que merece mucho la pena.

Madraza Sher Dzor (León): en el lado este, fue terminada en 1636 y, como su nombre indica, está decorada por dos tigres que pretendían ser leones. El arquitecto no había visto muchos leones en su vida y tiró de los tigres que conocía para representar el concepto. Como sabéis, representar animales y personas está prohibido en el arte islámico, por lo que estas madrazas son un reflejo único de la libertad que dieron los emires responsables de su construcción a los arquitectos de la época.

Madraza Tilla-Kari (Cubierta de Oro): la del medio. Fue terminada en 1660 y posee un bonito patio interior y una mezquita decorada con detalles en oro y azul para simbolizar la riqueza de Samarcanda.


2. Respirar la calma de la mezquita Bibi Khanum
Un agradable paseo peatonal y súper cuidado lleva desde el Registán hasta la impresionante mezquita de Bibi Khanum. La entrada cuesta unos 22K UZB y se accede a través de una de las puertas más grandes del mundo islámico. No voy a mentir, nos gustó más que el Registán por su autenticidad y por la paz que se respira dentro. No hay tantas tiendas de souvenirs como en el Registán, se oye cantar a los pajarillos y el patio está cubierto de árboles que dan una sombra perfecta para sentarse y disfrutar durante un buen rato de las vistas.

Además, tiene una historia apasionante. Se dice que Tamerlán tenía como objetivo construir la mezquita más imponente del mundo islámico y para ello se trajo a los mejores arquitectos de las principales ciudades de Persia y Damasco. Incluso hizo transportar enormes bloques de mármol con elefantes desde la India. Cuenta la leyenda que una de las esposas de Tamerlán, la china Bibi-Khanum, quiso recibirlo con esta construcción tras una de sus campañas. El arquitecto se enamoró de ella y le pidió un beso para terminar la mezquita. Tamerlán lo descubrió, tiró al arquitecto desde una de las torres y obligó a las mujeres a llevar velo toda su vida para no tentar a los hombres.



Leyendas a parte, esta mezquita superó todos los límites de la época en cuanto a tamaño y técnicas de construcción, tanto que la cúpula empezó a colapsar antes de ser acabada. Un terremoto en 1897 la destruyó casi completamente y su restauración aún no está completa. El patio contiene un enorme Corán de mármol así como dos pequeñas mezquitas. Resumiento, una auténtica pasada.
3. Disfrutar de la autenticidad de un mercado uzbeko, el Siyob Baazar
Tienen literalmente de todo y expuesto de manera súper colorida y limpia. Es un sitio estupendo para fotografiar y para vivir de cerca el día a día en Uzbekistán.
4. Contemplar el skyline de Samarcada desde la Mezquita Hazrat-Hizr
La original fue destruida por Gengis Khan, así que esta es una reconstrucción moderna. Es un sitio de culto muy importante por lo que no os dejarán fotografiar el interior. Subir hasta el patio superior es gratis y se puede disfrutar de una vista maravillosa del “skyline” de Samarcanda, que sí se pueden fotografiar. Por cierto, no merece la pena pagar para entrar en la sala de oración ya que no hay nada especial y se obtienen las mismas vistas que desde el patio.



5. Visitar el cementerio Shah-i-Zinda, el más bonito del mundo
También conocidas como las “Tumbas del Rey en Vida”, se trata de una avenida de 11 mausoleos islámicos de increíble valor artístico. Es un sitio casi mágico, muy espiritual, donde perderse durante horas entre los locales que practican el culto entre sus paredes. Originalmente era un complejo de habitaciones alrededor de la tumba de Qusam ibn-Abbas, de quien se dijo que trajo el Islam a esta zona en el siglo VII.
La entrada cuesta 44K UZB y merece muchísimo la pena. La decoración es simplemente de otro mundo. No dejéis de visitar cada rincón y cada mausoleo.

6. Pasear por los parques hasta el Mausoleo Guri-Amir
El centro de Samarcanda sorprende por su limpieza y buen cuidado. Cerca de la gran estatua de Tamerlán hay una serie de parques, fuentes y pequeños templos por los que pasear tranquilamente hasta llegar al mausoleo de Guri-Amir. La entrada cuesta 20K UZB.

Fue erigido por Tamerlán entre 1403 y 1404 y es el lugar en el que descansan sus restos, junto a sus dos hijo y dos nietos (incluyendo al famoso Ulugbek). Tamerlán esperaba ser enterrado en Shakhrisabz y construyó este mausoleo para su nieto. Sin embargo, cuando Tamerlán murió inesperadamente de una neumonía cuando preparaba su campaña contra los chinos, las carreteras a Shakhrisabz estaban bloqueadas por la nieve y tuvo que ser enterrado aquí.
Cuenta la leyenda que el antropólogo soviético Mikhail Gerasimov abrió las criptas en 1941 y encontró una inscripción en la tumba de Tamerlán que decía: “quien abra esta tumba será derrotado por un enemigo más temido que yo”. Al día siguiente, el 22 de Junio de 1941, Hitler atacó la Unión Soviética.
Si salimos por la entrada posterior del complejo Guri-Amir, accederemos a un barrio residencial modesto con bonitas puertas para fotografiar y con vistas a las cúpulas turquesas. Además, podremos ver el mausoleo Ak Saray (al que no merece demasiado la pena entrar).

7. Chuparse los dedos en los mejores restaurantes de Samarcanda
Nosotros os podemos recomendar cuatro:
- Bibi-Khanum Teahouse. Preciosa terraza a pie de calle decorada con las típicas mesas uzbekas donde sirven platos tradicionales a muy buen precio y con unas vistas estupendas a la mezquita que le da nombre
- Cafe Magistr. Esta coqueta cafetería se esfuerza por llegar a los estándares modernos que conocemos en Europa y la verdad es que casi lo consigue. La comida está muy rica y los zumos son frescos y baratos. Tienen buen café, un bien raro en Uzbekistán.
- Besh Chinor. Este local puede asustar desde fuera porque está en una zona menos turística y parece exclusivamente para locales, pero justo ahí está el encanto. Tiene un patio interior muy bonito y una carta de brochetas envidiable. Además ha sido, con diferencia, la comida más barata que hemos tomado en Uzbekistán, y ¡una de las más ricas!
- Platan. Os diría que este es el típico restaurante para darse un capricho, pero en realidad los precios siguen estando fenomenal, solo un pelín más altos que la media. El sitio es precioso, con música en directo y una bonita terraza. La carta muy completa y con opciones uzbekas e internacionales.
Y hasta aquí todas nuestras recomendaciones sobre qué ver y hacer en Samarcanda. Esperamos que os sirva de ayuda.

Si os ha entrado el gusanillo de visitar Asia Central y Uzbekistán en particular pero no os apetece planificar la ruta o aún no os sentís seguros de cómo hacerlo, podemos ayudaros con nuestras guías 100% personalizadas
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