El avión comienza a descender lentamente. Sobre un fondo negro, ocre y rojizo resaltan las casitas blancas de Lanzarote. Ya desde arriba el paisaje es impresionante, no podemos esperar a verlo de cerca, en persona.
Hemos decidido alojarnos en Playa Blanca, en Ona Las Brisas Resort, un conjunto de apartamentos preciosos y muy bien comunicados con el resto de la ciudad y de la isla. Recogemos nuestro coche de alquiler y nos disponemos a recorrer la isla del fuego. Si bien es cierto que Lanzarote tiene mil rincones para perderse y pasar semanas en ellos, nosotros en esta ocasión lo hemos combinado con un viaje por libre a Fuerteventura, así que disponemos de 4 días completos para dejarnos sorprender por la más única de las Islas Canarias.
Para visitar los puntos turísticos más importantes de Lanzarote hay que hacerse con una entrada conjunta. Tanto en vuestro alojamiento como online, podréis encontrar los diferentes precios y opciones.
Lanzarote es una isla relativamente pequeña, en una hora y media se recorre de punta a punta por lo que las rutas se pueden organizar de manera diversa según el lugar donde hagáis base. Os contamos nuestro periplo en detalle.

DÍA 1: Ruta del fuego: Salinas, Hervideros, Timanfaya, Playa de Famara y Laguna Verde
El paisaje árido y rocoso nos da los buenos días. El asfalto negro destaca muy poco entre los colores volcánicos del paisaje que ocupan gran parte del sudeste de la isla. Las playas de arena negra se suceden en el horizonte. Y embelesados por todo lo que nos rodea llegamos a las Salinas de Janubio. Se trata de unas salinas donde aún se realiza el secado de sal de manera tradicional, con unas fotogénicas piscinas de todos los colores, que al amanecer y al atardecer reflejan la luz como si de un espejo se tratara. Justo antes de llegar a la entrada oficial hay un mirador “escondido” donde sacar las mejores fotos.

Seguimos nuestra ruta hasta los Hervideros, unos acantilados de lava irregulares llenos de recovecos y ventanales donde se cuela el agua y forma un espectáculo inigualable, sobre todo cuando el mar está agitado. El paseo que recorre los Hervideros es cortito, así que merece la pena hacerlo hasta el final.

Como aperitivo para lo que nos espera, nos decidimos a hacer un pequeño trekking en Caldera Blanca, el volcán con el cono volcánico más grande de Lanzarote, con un cráter de nada menos que 1.200 m de diámetro. Además, en la caminata también se pasa por otro la Montaña Caldereta. Se tarda aproximadamente una hora desde el parking hasta el cráter.
Y por fin llegamos a la joya de la corona, al Parque Nacional del Timanfaya, que ocupa prácticamente un 25% de la isla. La mejor (y única) manera de conocer este universo volcánico es realizar la excursión en bus de Las Montañas de Fuego. El autobús recorre un paisaje único producido por la erupción de sucesivos volcanes en 1730 y que duraron nada menos que 6 años, transformando completamente la orografía de la isla. Dejamos el coche en el parking y nos dirigimos al centro de visitantes, desde donde salen las excursiones cada 15 minutos. Si podéis elegir, nuestro consejo fotográfico es que elijáis un día nublado para hacer la visita, así evitaréis los reflejos en las fotos desde el bus.






Y llega la hora de relajarse en una de las playas más únicas y maravillosas del mundo. Paraíso para surferos, la playa de Famara se esconde entre gigantes acantilados y alberga un oleaje interminable. Tras un breve paseo por Caleta de Famara, sus tiendas surferas y sus calles enarenadas, disfrutamos de la deliciosa gastronomía canaria en uno de los mejores restaurantes que hemos probado nunca, El Risco.

Para acabar el día, hemos dejado a propósito nuestra última visita para el atardecer. Volviendo sobre nuestros pasos, llegamos a la playa del Charco Verde. Con el sol a nuestras espaldas, disfrutamos del color fosforescente de esta laguna situada en medio de una playa de arena negra. Un broche perfecto para un día inolvidable.

DÍA 2: La Gueria, Teguise, César Manrique y playas del Papagayo
Amanece un nuevo día en Lanzarote. Hoy de nuevo recorreremos la isla de sur a norte, empezando por los fotogénicos viñedos de La Guería. Esta zona es famosa por el cultivo de uva malvasía, con el que se elabora un delicioso vino blanco. Debido a los fuertes vientos que asolan la isla, cada viñedo se protege en una especie de hondonada en el terreno. La arena volcánica ayuda a retener el agua del rocío, lo que suple la falta de lluvias. El contraste entre el verde y el negro es maravilloso.

Si aún quedan ganas de explorar más volcanes, cerca de La Guería se encuentran la Caldera Colorada y el volcán El Cuervo, ambos visitables a pie y con un aparcamiento cercano donde dejar el coche.
Seguimos hacia el norte pasando por la Casa-Museo del Campesino, una especie de museo al aire libre obra de César Manrique con pequeñas construcciones y talleres de artesanía encalados.

Llegamos ahora hasta la antigua capital de la isla, el pequeño pueblecito de Teguise. Su plazoleta principal con la Parroquia de la Virgen de Guadalupe es su mayor atracción. Lo mejor, sin duda, perderse por sus calles y adentrarse en todas las tiendecitas de artesanía.



A las afueras de Teguise se encuentra el Museo Lagomar, una preciosa casa-museo incrustada en la roca volcánica concebida por César Manrique, que nos dejó boquiabiertos. La casa consta de un patio encalado, con una piscina central y un enjambre de vegetación alrededor. Según nos vamos adentrando, empiezan a aparecer las diferentes estancias de la casa, completamente integradas en la roca, con pequeños patios adornados con fuentes y cactus a cada momento. Es un enclave perfecto para perderse durante horas, para descansar o simplemente leer un libro.

Pero afortunadamente aún nos quedan muchísimas cosas que ver en Lanzarote, así que ponemos rumbo a uno de los lugares más populares de la isla; el Jardín de Cactus, también obra de Manrique. Si os apasionan los cactus (y si no, también) vais a alucinar con la belleza de este sitio. No solo se pueden contemplar unas 450 especies de todo el mundo, sino que también alberga uno de los pocos molinos de millo que se conserva en la isla, del siglo XIX. Si os apetece degustar un original menú con el cactus como ingrediente estrella de todos los platos, no dejéis de visitar el restaurante del jardín. Está todo riquísimo.



Agotados pero felices por todo lo que hemos disfrutado en este segundo día de visita por libre en Lanzarote, nos dirigimos a las famosas playas del Papagayo, cerca de Playa Blanca. Si bien Lanzarote no es súper conocida por sus playas, las de esta zona son simplemente preciosas. Una accidentada carretera sin asfaltar nos lleva hasta Playa Mujeres, Playa de la Cera y Playa del Papagayo. Las tres son impresionantes, completamente vírgenes y rodeadas de naturaleza.

DÍA 3: Ruta de los Miradores, Cueva de los Verdes, Jameos del Agua y Punta Mujeres
El día de hoy va de vistas y de visitas. Nos vamos a centrar en el norte de Lanzarote donde hay una serie de miradores que quitan la respiración. Empezamos por uno de los menos conocidos, el Mirador del Bosquecillo. Una estrecha carretera sin asfaltar nos lleva hasta el que probablemente sea el parque infantil con las mejores vistas del mundo. Descendiendo unos metros, ya a pie, llegamos al mirador. La playa de Famara a nuestros pies, la isla de La Graciosa a nuestra derecha y la inmensidad del océano al frente. Una experiencia difícil de superar.

Hacemos una parada en el pueblecito de Haría que, con sus casas blancas de balcones verdes rebosantes de flores, nos hace pensar que éste seguramente es uno de los pueblos más bonitos de Lanzarote.


Seguimos de mirador en mirador, alucinando con las increíbles vistas que ofrece esta parte de la isla. Paramos en el Mirador de Guinate, en el Mirador de Los Helechos y en el Mirador La Caldera. Pero nuestro objetivo final es otro, el archiconocido Mirador del Río. Se trata de una construcción también obra de Manrique que alberga un restaurante y una tiendecita, y desde el que se obtienen las mejores vistas a La Graciosa. El diseño es impecable y ciudado. No os lo podéis perder.


He de reconocer que la excursión a la Cueva de los Verdes no era la que más nos llamaba la atención. Al fin y al cabo hemos visto muchas cuevas a lo largo de nuestros viajes y no somos unos incondicionales de la espeleología. Sin embargo esta visita nos fascinó. La visita guiada al tubo volcánico es enriquecedora, los colores y la ambientación de la cueva crea un ambiente especial, casi mágico. Y la sorpresa final… ¡una pasada! Eso sí, no seremos nosotros quienes la desvelemos, tendréis que visitar la cueva para saciar la curiosidad 🙂
Casi al lado se encuentran los famosos Jameos del Agua, que forma parte del mismo tubo volcánico de la Cueva de los Verdes (que en realidad llega hasta el mar y sigue varios kilómetros más bajo el agua, ¡impresionante!). Aprovechando este tubo volcánico de proporciones descomunales el genial artista lanzaroteño César Manrique supo crear un lugar mágico, respetando la orografía y el ecosistema. Y tanto es así, que su laguna alberga una especie endémica, los cangrejos ciegos, una especie ciega y albina de 1 cm de largo que solo se puede encontrar aquí. Las diferentes partes del tubo integran un restaurante, un auditorio de música y varias tiendecitas artesanales. Todo ello con vistas a una espectacular piscina central.

Acabamos el día paseando en Punta Mujeres, un pueblo de pescadores encantador y alejado del turismo de masas. Sus restaurantes locales con platos frescos y sencillos son 100% recomendables. Además, en la costa encontramos un par de piscinas naturales perfectamente adaptadas al baño. Una manera estupenda de concluir nuestra ruta por el norte de Lanzarote.
DÍA 4: Excursión a La Graciosa
La Graciosa es la isla poblada más pequeña de España. Con unos 500 habitantes censados y a media hora en ferry de Lanzarote, puede que sea uno de los territorios más aislados (valga la redundancia) de nuestro país. Posee tan solo dos núcleos de población; su capital, Caleta de Sebo y la aldea de Pedro Barba. Las carreteras sin asfaltar y, en ocasiones completamente cubiertas de arena, la hacen salvaje y bella.
Las mejores excursiones que realizar en La Graciosa desde Lanzarote: – Ferry de ida y vuelta por libre a La Graciosa – Excursión organizada a la isla de La Graciosa |
Bien temprano tomamos el ferry que sale desde Orzola, atravesamos el ajetreado estrecho del Río y llegamos a Caleta de Sebo. Nuestra idea es alquilar unas bicis de montaña para llegar hasta la otra punta de la isla. Si no os veis fuertes, también hay opción de taxis 4×4 que te llevan a donde quieras o incluso te organizan un tour por toda la isla en el día.
Pues bien, nosotros somos sufridores, así que nos decantamos por la bici 🙂 He de decir que la primera parte es dura, con una leve pendiente ascendente y una carretera irregular bacheada que, con las bicis reguleras que hemos alquilado, hacen que a los 5 minutos se nos salga la cadena de una de las bicis. No pasa nada, el calor aún no aprieta del todo así que volvemos a poner la cadena en su sitio y seguimos la ruta. A medio camino nos damos cuenta de lo árido del paisaje, ni un solo árbol, nada de vegetación. Solo paisaje volcánico desértico, arena y el mar. Paramos a hacer un millón de fotos y aprovechamos para coger un poquito de aire, por qué negarlo.

Por fin llegamos a la increíble Playa de las Conchas, de arena dorada y agua turquesa. Tiene unas vistas fantásticas a los islotes vecinos, Islote Alegranza e Islote de Montaña Clara. El baño ha de hacerse con precaución ya que, aunque no lo parezca, las corrientes y los oleajes son muy fuertes. Si os veis con ganas, os podéis animar a subir hasta la Montaña Bermeja. Nosotros aún estamos recuperando fuerzas, así que lo dejamos para otro momento 🙂

Llega el momento de emprender la ruta de vuelta. En Caleta de Sebo dejamos nuestra bicis. Tras un paseo por el pueblo, reponemos fuerzas en uno de los restaurantes del puerto y seguimos la ruta. Llegamos paseando hasta la Playa Francesa. Con su arena blanca, sus aguas tranquilas turquesas y sus vistas a Lanzarote, podríamos habernos quedado ahí sin problema pasando el resto de la tarde. Pero, ¿quién dijo miedo? Las papas arrugás nos piden continuar con el paseo. Seguimos caminando rumbo a una de las playas más bonitas de La Graciosa y de Canarias, la Playa de la Cocina. El terreno se vuelve amarillo y una calita aislada de aguas frías y turquesas se aparece ante nuestros ojos. Es un sitio precioso, lleno de rocas muy idóneas para el buceo. Descansamos aquí unas horas y ponemos rumbo de vuelta a Caleta de Sebo. La ruta que hemos hecho a pie ha sido dura, sobre todo porque en su mayoría el terreno es muy arenoso, lo que lo hace complicado para llevar bici. Pero las vistas y el paisaje han merecido al 200% la pena.

El ferry de vuelta a Lanzarote emprende su camino de vuelta, dejamos la isla de La Graciosa a nuestras espaldas y ponemos fin a nuestro viaje a Lanzarote por libre durante 4 días. Nos vamos con una sensación de misión cumplida, por haber podido descubrir los rincones más especiales de esta increíble isla, pero también con una sensación de “ojalá pasar aquí uno o dos meses o una o dos vidas”. Lanzarote enamora, su paisaje fascina y las ganas de volver son irrefrenables. ¡Hasta pronto!
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